Por eso, si en tus planes a corto plazo está el casarte, piénsalo bien. El matrimonio es un sacramento, por lo cual no debes jugar con él.
Conoce bien a tu pareja y medita si realmente es la persona indicada para compartir tu vida, ya que el matrimonio no sólo es felicidad y compartir ratos agradables, sino también la crianza de los hijos, los quehaceres, obligaciones, en fin, buenos y malos días.
Debes también conocer sus costumbres no sólo familiares y/o regionales, ya que puede ser de otro lugar distinto al tuyo, para que luego no te sorprendas si tiene alguna tradición que quizá, aunque suene mal, no sea de tu agrado.
También conoce a su familia y permite que conozca la tuya, no escondas de dónde vienes y quiénes son las personas que han estado contigo, porque la familia de origen jamás debe negarse. Permite que haya una convivencia sana entre tu pareja y los tuyos, pero ten cuidado, porque muchas ocasiones esto representa un problema. Antes de que conozcan a tu pareja, debes preparar a la familia y hacerles ver que es una decisión tuya.
Es normal que en el primer contacto la familia proteja a uno de los dos, por ello debes estar preparado y ser lo más honesto (a) posible, para que vean tus verdaderas intenciones.
Nunca escondas tu historia personal, sé lo más honesto y busca que lo sean contigo, para que en el matrimonio no se lleven “sorpresitas”.
Finalmente considera que el matrimonio no es una prueba para saber si te gusta o no, por lo que esa decisión debe ser meditada y ser tomada por convicción, no porque tu pareja quiera y tu no. Nunca busques obligar a tu pareja a algo que no quiera, ni busques un matrimonio forzado, y busca ser feliz, porque en este mundo, una de nuestras funciones es buscar la felicidad.
No hay comentarios:
Publicar un comentario