noviembre 24, 2007

PARA TI ¿QUIÉN ES TU REY?


La Fiesta que celebramos este 25 de Noviembre de 2007 es la de Cristo Rey del Universo, de todo lo creado, es una festividad que a muchas personas puede significar algo importante. Para nuestra patria, este festividad nos recuerda la sangre derramada por muchos católicos en defensa de la fe, cuyo grito era: “¡Viva Cristo Rey!; pero esta celebración ¿de dónde proviene?

La fiesta de Cristo Rey fue instaurada por el Papa Pío XI en 1925. El Papa quiso motivar a los católicos a reconocer en público que el mandatario de la Iglesia es Cristo Rey, esto fue mediante la encíclica “Quas Primas”. Posteriormente se movió la fecha de la celebración dándole un nuevo sentido. Al cerrar el año litúrgico con esta fiesta se quiso resaltar la importancia de Cristo como centro de toda la historia universal. Es el Alfa y el Omega, el Principio y el Fin.

A Cristo se le atribuye el reinado de todo lo creado, del universo, pero ¿cuántos de nosotros realmente lo consideramos así, como un Rey? Para empezar, me gustaría que pensaras qué es un rey para ti, sus atributos, lo que debe ser, lo que esperas de él; quizá la respuesta sea inducida por lo que sabemos de nuestras clases de Historia, pero resulta que Cristo como Rey no se parece a estos conceptos, si bien algunos consideran que este reinado es un tanto absolutista, o sea, solo Él y sus deseos, me atrevo a decir que no es así, ya que su reinado se funda en el amor, ama a sus seguidores al extremo, aunque luego los que nos llamamos “seguidores” no le amemos como debiéramos.

Razones por las cuales Cristo debería ser tu Rey.

Cristo como Rey es un soberano noble, amoroso, misericordioso, que vela siempre por la justicia y la paz, no es sanguinario, pero su corona en un principio no fue incrustada de joyas ni fue de metales preciosos, y no se elevó por sus seguidores en un trono o silla en hombros, sino que esa corona tenía espinas y se elevó en una cruz, signo que hasta ese momento era considerado como algo de maldad y que con este hecho se convirtió en un signo de amor.

¡Qué diferencia con respecto a las imágenes de Cristo Rey actuales! Lo vemos con una corona bellamente decorada, con ropajes lujosos y sobre un trono, quizá se encuentra así, pero por amor a la humanidad sigue llevando esa corona de espinas y sigue cargando esa cruz; ¿y por qué lo hace?, simplemente por amor, y cada espina, cada peso de la cruz es por todo aquello que hacemos y que quizá no está bien, como el guardar rencores, odios, ofendamos a nuestro prójimo etc., podría enlistar muchas actitudes, pero cada quien sabe cuáles le pondría.

Este rey todavía nos espera con los brazos abiertos, desde la cruz o desde su trono a que regresemos a su regazo, ya que tu nombre, el mío, y el de todos están escritos en Su Corazón, sufre y se alegra con nosotros, está siempre a nuestro lado, dándonos ese aliento que quien sabe de donde sale luego y que permite que realicemos actividades que no teníamos planeadas para realizar, nunca nos abandona y si parece que lo hizo, te he de decir que no es así, que parece haberte dejado solo porque busca que tú aprendas algo, aquello que te va a servir en un futuro. Es un Rey que no convive con su pueblo solo para que digan que es bueno, o para salir en los medios, es el Soberano que ha elegido permanecer con los suyos mediante la Eucaristía, en cada Sagrario de los templos, oculto o expuesto, esperando a que cada uno llegue a contarle lo que le pasa, lo bueno, lo malo, es un rey que siempre está dispuesto a dar audiencias sin necesidad de citas con meses de anticipación.

En fin podría enumerarte más razones por las cuales Cristo es una buena opción para que sea tu Soberano, y no otros como los excesos, los vicios, y todo aquello que a final de cuentas te deja solo. Con Cristo eso nunca pasará.

Sé que es difícil creer que en estos tiempos Cristo está contigo cuando todo parece perdido, cuando existen desgracias sobre las desgracias, pero tan solo piensa en la vida de todos aquellos que han dado su vida al servicio de la fe, desde los primeros apóstoles y discípulos hasta los sacerdotes, religiosas y laicos que son perseguidos por causa de su fe en nuestros tiempos, no olvidando que hace menos de un siglo en nuestra patria dieron su vida, como el Padre Pro, Anacleto González, el niño José Luis Sánchez Del Río, Cristóbal Magallanes entre otros. Pienso que en el momento del martirio pudieron haber dejado todo, pero no lo hicieron, porque sabían que su Soberano estaba con ellos y que en Su Reino ya tenían un lugar.

Te recomiendo leer la vida de los personajes anteriormente citados, te sorprenderás, además, puedes elaborar un compromiso con el Rey, atendiendo los sacramentos, haciendo apostolados, etc. Que esta fiesta de Cristo Rey no pase en vano.

noviembre 21, 2007

noviembre 18, 2007

FRANCISCO ROBLES ORTEGA. PRÓXIMO CARDENAL MEXICANO.


Con motivo del próximo Consistorio que tendrá lugar el Vaticano, por parte de Benedicto XVI (el segundo consistorio de su pontificado) pongo en este blog la biografía de Dn. Francisco Robles Ortega, actual arzobispo de Monterrey y próximo cardenal mexicano. La misma fue tomada de la página de la Conferencia del Episcopado Mexicano:


Nació en Mascota, Jalisco (Diócesis de Tepic), el 2 de marzo de 1949, fue el tercero de los dieciseis hijos nacidos en el hogar cristiano, formado por los señores Francisco Robles Arreola y Teresa Ortega de Robles.
Realizó sus estudios de "Humanidades" en el Seminario Menor de Autlán; de "Filosofía" en el Seminario de Guadalajara y de "Teología" en el Seminario de Zamora.

Fue ordenado presbítero el 20 de julio de 1976, en la Parroquia de Mascota, Jal., para la Diócesis de Autlán, por el Excmo. Y Revmo. Sr. Dn. Maclovio Vázquez, Obispo de Autlán.

Después de su ordenación sacerdotal completó sus estudios en Roma donde obtuvo la Licenciatura en Teología Dogmática en la Pontificia Universidad Gregoriana (1976-1979).

Ha desempeñado los siguientes servicios y responsabilidades pastorales: Vicario en la parroquia de Santa María de Guadalupe en Autlán y Prefecto de Estudios y de Disciplina del Seminario Menor de Autlán (1979-1980); Capellán de Religiosas (1979); Director Espiritual en el Seminario Menor de Autlán (1980); Rector del Seminario de Autlán (1980 - 1985), Consultor Diocesano y Presidente del Consejo Presbiteral, Miembro de la Comisión para la Formación Permanente del Clero y de la Comisión Diocesana para la Doctrina de la Fe.

Vicario General de la Diócesis de Autlán (1985 - 1991) y, además:Promotor Diocesano para el Arte Sacro (1987), Asistente de la Comisión Diocesana para los Asuntos Económicos (1988) y Profesor de Filosofía y Teología en el Seminario de Autlán.

A la muerte de su Obispo, Mons. Maclovio Vázquez Silos, en julio de 1990, fue nombrado Administrador Diocesano.

Ministerio episcopal:

El 30 de abril de 1991, fue nombrado por SS. Juan Pablo II, Obispo Titular de Bossa y Auxiliar de Toluca. El 5 de junio de 1991 fue consagrado Obispo por S. E. R. Mons. Alfredo Torres Romero, Segundo Obispo de Toluca.
El Sínodo Diocesano estaba en marcha; de ahí que Mons. Torres le pidió que acompañara el proceso como Vicepresidente del mismo. También le encomendó continuar realizando las Visitas Pastoral a las Parroquias de la Iglesia Particular de Toluca y que le representara en la "Visita Ad Limina Apostolorum" en el año 1994.A la muerte de Mons. Alfredo Torres (15 de octubre de 1995), fue nombrado Administrador Diocesano. Posteriormente, S.S. Juan Pablo II lo designó Obispo de Toluca y tomó posesión de su cargo el 15 de julio de 1996, donde se ha testimoniado su caridad pastoral.

Fue uno de los doce elegidos, por sus hermanos del Episcopado Mexicano, para que participara en la Asamblea Especial del Sínodo de los Obispos para América, celebrada en el Vaticano del 16 de noviembre al 12 de diciembre de 1997.

Entre los servicios que ha prestado en la Conferencia del Episcopado Mexicano está el haber presidido el Departamento de Pastoral de Santuarios, por dos trienios. También fue Presidente de la Comisión de Educación y Cultura por un trienio y Vocal de algunas otras Comisiones episcopales.

Nombramiento como Arzobispo de Monterrey:

El 25 de enero del 2003, Su Santidad Juan Pablo II, lo nombra como XI Arzobispo de Monterrey, al aceptar la renuncia del Eminentísimo Señor Cardenal Don Adolfo A. Suárez Rivera.
Mientras se designa nuevo Obispo para la Iglesia de Toluca, el Santo Padre Juan Pablo II, ha nombrado como Administrador Apostólico, a Su Excelencia Monseñor D. Francisco Robles Ortega.

Nombrado Presidente de la Comisión Episcopal Pro Colegio Mexicano para el Trienio 2004 - 2006.Responsable de la Dimensión Pro Colegio Mexicano de la Comisión Episcopal para Vocaciones y Ministerios para el trienio 2007-2009.

noviembre 11, 2007

MENSAJE DE S.S BENEDICTO XVI SOBRE NUEVOS CARDENALES. AUDIENCIA 17-10-2007.

"Tengo la alegría de anunciar que el próximo 24 de noviembre, víspera de la solemnidad de Nuestro Señor Jesucristo, Rey del universo, celebraré un consistorio en el que, derogando en una unidad el límite numérico establecido por el Papa Pablo VI, confirmado por mi venerado predecesor Juan Pablo II en la constitución apostólica Universi dominici gregis (cf. n. 33), nombraré dieciocho cardenales. He aquí sus nombres:

1. Mons. Leonardo Sandri, prefecto de la Congregación para las Iglesias orientales.
2. Mons. John Patrick Foley, pro-gran maestre de la Orden ecuestre del Santo Sepulcro de Jerusalén.
3. Mons. Giovanni Lajolo, presidente de la Comisión pontificia para el Estado de la Ciudad del Vaticano y de la Gobernación del mismo.
4. Mons. Paul Josef Cordes, presidente del Consejo pontificio "Cor unum".
5. Mons. Angelo Comastri, arcipreste de la basílica vaticana, vicario general para el Estado de la Ciudad del Vaticano y presidente de la Fábrica de San Pedro.
6. Mons. Stanislaw Rylko, presidente del Consejo pontificio para los laicos.
7. Mons. Raffaele Farina, s.d.b., archivero y bibliotecario de la santa Iglesia romana.
8. Mons. Agustín García-Gasco Vicente, arzobispo de Valencia (España).
9. Mons. Seán Baptist Brady, arzobispo de Armagh (Irlanda).
10. Mons. Lluís Martínez Sistach, arzobispo de Barcelona (España).
11. Mons. André Vingt-Trois, arzobispo de París (Francia).
12. Mons. Angelo Bagnasco, arzobispo de Génova (Italia).
13. Mons. Théodore-Adrien Sarr, arzobispo de Dakar (Senegal).
14. Mons. Oswald Gracias, arzobispo de Bombay (India).
15. Mons. Francisco Robles Ortega, arzobispo de Monterrey (México).
16. Mons. Daniel N. DiNardo, arzobispo de Galveston-Houston (Estados Unidos).
17. Mons. Odilo Pedro Scherer, arzobispo de São Paulo (Brasil).
18. Mons. John Njue, arzobispo de Nairobi (Kenya).

Además, deseo elevar a la dignidad cardenalicia a tres venerados prelados y dos eclesiásticos, beneméritos particularmente por su compromiso en el servicio de la Iglesia:

1. S. B. Emmanuel III Delly, patriarca de Babilonia de los caldeos.
2. Mons. Giovanni Coppa, nuncio apostólico.
3. Mons. Estanislao Esteban Karlic, arzobispo emérito de Paraná (Argentina).
4. P. Urbano Navarrete, s.j., ex rector de la Pontificia Universidad Gregoriana.
5. P. Umberto Betti, o.f.m., ex rector de la Pontificia Universidad Lateranense.

Entre estos últimos, era mi deseo elevar a la dignidad cardenalicia también al anciano obispo Ignacy Jez, de Koszalin-Kolobrzeg (Polonia), benemérito prelado, que falleció ayer de forma imprevista. Por él elevamos nuestra oración de sufragio.

Los nuevos purpurados provienen de varias partes del mundo. En este grupo se refleja la universalidad de la Iglesia con sus múltiples ministerios: junto a prelados beneméritos por el servicio prestado a la Santa Sede, hay pastores que gastan sus energías en el contacto directo con los fieles. Habría otras personas, muy queridas por mí, que por su entrega al servicio de la Iglesia merecerían ser elevadas a la dignidad cardenalicia. Espero tener en el futuro la oportunidad de testimoniar, también de este modo, mi estima y mi afecto a ellas y a los países a los que pertenecen.

Encomendamos a los nuevos elegidos a la protección de María santísima y le pedimos que los asista en sus respectivas misiones, a fin de que sepan testimoniar con valentía su amor a Cristo y a la Iglesia en toda circunstancia".

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SAN ALBERTO MAGNO

(Festividad: 15 de Noviembre).

Alberto significa: "de buena familia" (Al = familia. Bert = buena).

Ya en su tiempo la gente lo llamaba "El Magno", el grande, el magnífico, por la sabiduría tan admirable que había logrado conseguir. Lo llamaban también "El Doctor Universal" porque sabía de todo: de ciencias religiosas, de ciencias naturales, dro del más grande sabio que ha tenido la Iglesia Católica, Santo Tomás de Aquino, y esto le aumentó su celebridad. El descubrió el genio que había en el joven Tomás.

Nació en Alemania en 1206. Era de familia rica y de importancia en el gobierno y en la alta sociedad. Su padre era Conde, o sea gobernador de la región. Estudió en la Universidad de Padua. Allí se encontró con el más grande pescador de vocaciones, el beato Jordán de Sajonia, sucesor de Santo Domingo, y aunque el papá de Alberto se oponía a que su hijo se hiciera religioso, sin embargo la personalidad de Jordán fue tan impresionante para él, que dejó todo su futuro de hacendado, político y hombre de mundo, y entró de religioso con los Padres Dominicos.
Él mismo contaba que de joven le costaban los estudios y por eso una noche dispuso huir del colegio donde estudiaba. Pero al tratar de huir por una escalera colgada de una pared, en la parte de arriba, le pareció ver a Nuestra Señora la Virgen María que le dijo: "Alberto, ¿por qué en vez de huir del colegio, no me rezas a Mí que soy ‘Trono de la Sabiduría?’.

Si me tienes fe y confianza, yo te daré una memoria prodigiosa. Y para que sepas que sí fui yo quien te la concedí, cuando ya te vayas a morir, olvidarás todo lo que sabías". Y así sucedió. Y al final de su vida, un día en un sermón se le olvidó todo lo que sabía, y dijo: "Es señal de que ya me voy a morir, porque así me lo anunció la Virgen Santísima". Y ser retiró de sus labores y se dedicó a orar y a prepararse para morir, y a los pocos meses murió.

En Colonia, en París y en varias otras universidades fue profesor brillantísimo y de muchas naciones iban estudiantes a escuchar sus clases. Él tuvo el mérito de haber separado la teología de la filosofía, y de haber descubierto que el filósofo Aristóteles tiene un gran parecido con las ideas cristianas (lo cual perfeccionará luego su discípulo Santo Tomás).

Escribió 38 volúmenes, de todos los temas. Teología, filosofía, geografía, química, astronomía, etc. Era una verdadera enciclopedia viviente.

Fue nombrado superior provincial de su comunidad de Dominicos. Y el Sumo Pontífice lo nombró Arzobispo de Ratisbona, pero a los dos años renunció a ese cargo para dedicarse a dar clases y escribir, que eran sus oficios preferidos.

Habiendo sido de familia muy rica y de alta posición social, recorrió Alemania predicando, y viajando de limosna y hospedándose donde le dieran posada como a un limosnero. Era una buena práctica para aumentar la virtud de la humildad.

El 15 de noviembre de 1280, mientras charlaba tranquilamente con unos religiosos de su comunidad, quedó muerto plácidamente. Tenía 74 años. Dejaba fama de haber sido más sabio que todos los sabios de su tiempo. Todas las enseñanzas tenían por fin llevar el alma hacia Dios que es amor.

La Virgen Santísima nos conceda como a su buen devoto San Alberto, el don de la sabiduría, para hacer mucho bien.

El primer paso para adquirir sabiduría es tener un gran deseo de instruirse (S. Biblia. Proverbios).

noviembre 03, 2007

SAN CARLOS BORROMEO. ARZOBISPO.

(Festividad: 4 de Noviembre).

Carlos significa: "hombre prudente".

Entre los hombres extraordinariamente activos a favor de la Iglesia y del pueblo sobresale admirablemente San Carlos Borromeo, un santo que tomó muy en serio aquella frase de Jesús: "Quien ahorra su vida, la pierde, pero el que gasta su vida por Mí, la ganará". Murió relativamente joven porque desgastó totalmente su vida y sus energías por hacer progresar la religión y por ayudar a los más necesitados. Decía que un obispo demasiado cuidadoso de su salud no consigue llegar a ser santo y que a todo sacerdote y a todo apóstol deben sobrarle trabajos para hacer, en vez de tener tiempo de sobra para perder.

Nació en Arjona (Italia) en 1538. Desde joven dio señales de ser muy consagrado a los estudios y exacto cumplidor de sus deberes de cada día. A los 21 años obtuvo el doctorado en derecho en la Universidad de Milán. Un hermano de su madre, el Cardenal Médicis, fue nombrado Papa con el nombre de Pío IV, y éste admirado de sus cualidades nombró a Carlos como secretario de Estado, altísimo cargo para un hombre tan joven. Y contra lo que todos esperaban, nuestro santo empezó a cumplir los deberes de su nuevo cargo con una exactitud que producía admiración. Parece increíble la cantidad de trabajo que Carlos lograba despachar, sin afanes ni precipitaciones, a base de ser metódico y sistemático en todo. Había logrado mortificar y dominar sus sentidos, y su actitud era humilde y paciente.

Era de familia muy rica (los Borromeos), y el día menos pensado su hermano mayor, a quien correspondía la mayor parte de la herencia, murió repentinamente al caer de un caballo. Muchos pensaron que ahora Carlos al quedar heredero de tantas riquezas dejaría la vida religiosa y se dedicaría a administrar sus inmensas posesiones. Pero fue todo lo contrario. Él consideró la muerte de su hermano como un aviso enviado por el cielo, para estar preparado porque el día menos pensado llega Dios por medio de la muerte a tomarnos cuentas, y entonces renunció a sus riquezas, se ordenó de sacerdote, y luego de obispo y se dedicó por completo a la labor de salvar almas.

En 1520 habían aparecido los protestantes como una señal de descontento por ciertas faltas que había en la conducta de muchos en la Iglesia Católica. Entonces el Sumo Pontífice invitó a todos los obispos de todo el mundo a una reunión que se llamó Concilio de Trento. Esta reunión se había suspendido y era necesario iniciarla otra vez para que reformara a la Iglesia Católica y le diera leyes que la mantuvieran fiel y fervorosa, y San Carlos trabajó intensamente y obtuvo que su tío el Papa Pío IV volviera a convocar a los obispos y se continuara con el Concilio. Como secretario general de tan importante reunión fue nombrado nuestro santo, y de allí salieron importantísimos decretos que le hicieron inmenso bien a la Iglesia y la volvieron mucho más fervorosa.

Muerto el Papa Pío IV, obtuvo San Carlos que lo dejaran irse al cargo para el cual lo habían nombrado hacía años, pero que no había podido ejercer por estar trabajando en Roma, el de Arzobispo de Milán (que es la ciudad que más habitantes tiene de Italia). Aquella ciudad hacía muchos años que no tenía arzobispo y la relajación era muy grande. Pero este hombre era incansable para trabajar, y muy pronto, todo empezó a cambiar y a transformarse y mejorar.
Lo primero que hizo al llegar a Milán como arzobispo y cardenal, fue vender todos los lujos del palacio arzobispal y regalar ese dinero a los más pobres. Dicen que para con los débiles y necesitados era supremamente comprensivo. Para con sus colaboradores era muy amigable y atento, pero exigente. Y para consigo mismo era exigentísimo y severo. Tenía un encargado de repartir limosnas, con la orden de distribuir todo lo que llegara. Alguien le propuso que buscara más comodidades para que no encontrara su lecho en invierno tan extremadamente frío. Él le respondió: "lo mejor para no darse cuenta en invierno de que el lecho está exageradamente frío es ir al descanso tan rendido de tanto trabajar que no nos demos cuenta ni siquiera que las sábanas están demasiado frías". Un obispo lo encontró estudiado en pleno invierno, con una sotana delgadita y le dijo: "Así se puede morir de frío". Y él le contestó: "Es la única que tengo y me sirve para verano y para invierno". Pero para los pobres sí repartía con una generosidad inmensa. Y cuando llegó la peste vendió todo lo que había en su palacio y hasta se endeudó para ayudar a los enfermos.

Pagaba muy bien a sus empleados y les insistía en que trataran con mucho respeto a toda clase de personas, de manera que todo el que llegara al palacio del arzobispo se sintiera muy bien recibido. Muchísimos sacerdotes y numerosos obispos iban a hospedarse al palacio de nuestro santo cuando estaban de viaje, porque sabían que allí eran muy bien recibidos y tratados con gran respeto y amabilidad.
Las gentes de Milán eran muy ignorantes en religión porque casi no había quien les enseñara el catecismo. San Carlos fundó 740 escuelas de catecismo con 3,000 catequistas y 40,000 alumnos.
Fundó 6 seminarios para formar sacerdotes bien preparados, y redactó para esos institutos unos reglamentos tan sabios, que muchos obispos los copiaron para organizar según ellos sus propios seminarios.

Se dedicó a visitar todas y cada una de las muchísimas parroquias que tenía su arzobispado, aun las más lejanas y abandonadas y por caminos peligrosos. En cada parroquia daba clase de catecismo y corregía los errores y abusos que existían. Si algún sacerdote no se estaba comportando de la manera debida, lo destituía y nombraba a uno que tuviera muy buena conducta.

Por sus sacerdotes estaba resuelto a hacer todos los sacrificios posibles. En cierta ocasión en que cuidaba mucho a un sacerdote enfermo, algunos comentaban que él era exagerado en atender a su clero, y respondió: "Los que critican, lo hacen porque no saben lo mucho que vale un sacerdote".

Quiso acabar con una asociación que se llamaba "Los humillados", que con el pretexto de dedicarse a vida espiritual se aprovechaban de las limosnas y se dedicaban a una vida escandalosa. Estos en venganza mandaron a un sicario para que asesinara al santo. Estando San Carlos rezando una noche junto al altar, el asesino disparó contra él. Pero la bala le pasó por debajo del brazo y no le hizo daño. En acción de gracias por haberse librado de semejante peligro, el buen arzobispo se fue por unas semanas a un convento de cartujos a rezar y a meditar y a hacer penitencia. Y la asociación de "Los humillados" se acabó.

Tuvo el gusto de darle la primera comunión a San Luis Gonzaga. Cuando el Duque de Saboya estaba muy grave fue a visitarlo, y tan pronto como el santo llegó a la habitación del enfermo, el duque exclamó: "estoy curado", y recuperó la salud. En agradecimiento, cuando San Carlos murió, el duque mandó poner una lámpara de plata junto a su sepulcro.

Fue amigo de San Pío V, San Francisco de Borja, San Felipe Neri, San Félix de Cantalicio y San Andrés Avelino y de varios santos más.

Cuando tenía apenas 46 años, sintió que sus fuerzas diminuían notablemente y que una intensa fiebre lo invadía. El Sumo Pontífice Pío V le había recomendado que no ayunara tanto y que no se desmidiera en el trabajo, pero ya era demasiado tarde. De él se podía repetir la frase de aquel sabio: "Un santo es un hombre devorado: todos tienen derecho a devorar su tiempo, a devorar sus bienes, a devorar hasta su salud, con tal de que él logre salvar las almas y conseguir que Dios sea más amado y mejor obedecido". Así le sucedió a San Carlos, y por eso murió en plena juventud.

La noche del 3 al 4 de noviembre de 1584 murió diciendo: "Ya voy, Señor, ya voy". En Milán casi nadie durmió esa noche, ante la tremenda noticia de que su queridísimo Cardenal arzobispo, estaba agonizando. El Secretario del Papa, envió un mensaje a los sacerdotes de Milán diciéndoles: "Por el Cardenal Borromeo no ofrezcan misas de difuntos, sino misas de acción de gracias a Dios por haberle concedido tantas gracias y tan grande santidad".

En Arona, su pueblo natal, le fue levantada una inmensa estatua que todavía existe.

"Tenga Dios piedad de nuestras ciudades y pueblos y nos mande obispos y arzobispos como San Carlos Borromeo. Y que este gran santo ruegue cada día por los que tanto estamos necesitando de sus valiosas oraciones".

noviembre 02, 2007

LOS FIELES DIFUNTOS.


Las tres Iglesias:

Se llama Iglesia a la asociación de los que creen en Jesucristo. La Iglesia se divide en tres grupos. Iglesia triunfante: los que ya se salvaron y están en el cielo (los que festejamos ayer). Iglesia militante: los que estamos en la tierra luchando por hacer el bien y evitar el mal. E Iglesia sufriente: los que están en el purgatorio purificándose de sus pecados, de las manchas que afean su alma.

El catecismo de la Iglesia Católica, publicado por el Papa Juan Pablo II en 1992, es un texto de máxima autoridad para todos los católicos del mundo y dice cinco cosas acerca del Purgatorio:

1ª. Los que mueren en gracia y amistad de Dios pero no perfectamente purificados, sufren después de su muerte una purificación, para obtener la completa hermosura de su alma (1030).

2ª. La Iglesia llama Purgatorio a esa purificación, y ha hablado de ella en el Concilio de Florencia y en el Concilio de Trento. La Iglesia para hablar de que será como un fuego purificador, se basa en aquella frase de San Pablo que dice: "La obra de cada uno quedará al descubierto, el día en que pasen por fuego. Las obras que cada cual ha hecho se probarán en el fuego". (1Cor. 3, 14).

3ª. La práctica de orar por los difuntos es sumamente antigua. El libro 2º. de los Macabeos en la S. Biblia dice: "Mandó Juan Macabeo ofrecer sacrificios por los muertos, para que quedaran libres de sus pecados" (2Mac. 12, 46).

4ª. La Iglesia desde los primeros siglos ha tenido la costumbre de orar por los difuntos (Cuenta San Agustín que su madre Santa Mónica lo único que les pidió al morir fue esto: "No se olviden de ofrecer oraciones por mi alma").

5ª. San Gregorio Magno afirma: "Si Jesucristo dijo que hay faltas que no serán perdonadas ni en este mundo ni en el otro, es señal de que hay faltas que sí son perdonadas en el otro mundo. Para que Dios perdone a los difuntos las faltas veniales que tenían sin perdonar en el momento de su muerte, para eso ofrecemos misas, oraciones y limosnas por su eterno descanso".

De San Gregorio se narran dos hechos interesantes. El primero, que él ofreció 30 misas por el alma de un difunto, y después el muerto se le apareció en sueños a darle las gracias porque por esas misas había logrado salir del purgatorio. Y el segundo, que un día estando celebrando la Misa, elevó San Gregorio la Santa Hostia y se quedó con ella en lo alto por mucho tiempo. Sus ayudantes le preguntaron después por qué se había quedado tanto tiempo con la hostia elevada en sus manos, y les respondió: "Es que vi que mientras ofrecía la Santa Hostia a Dios, descansaban las benditas almas del purgatorio". Desde tiempos de San Gregorio (año 600) se ha popularizado mucho en la Iglesia Católica la costumbre de ofrecer misas por el descanso de las benditas almas.

La respuesta de San Agustín: a este gran Santo le preguntó uno: "¿Cuánto rezarán por mí cuando yo me haya muerto?", y él le respondió: "Eso depende de cuánto rezas tú por los difuntos. Porque el evangelio dice que la medida que cada uno emplea para dar a los demás, esa medida se empleará para darle a él".

¿Vamos a rezar más por los difuntos? ¿Vamos a ofrecer por ellos misas, comuniones, ayudas a los pobres y otras buenas obras? Los muertos nunca jamás vienen a espantar a nadie, pero sí rezan y obtienen favores a favor de los que rezan por ellos.

"Una flor sobre su tumba se marchita, una lágrima sobre su recuerdo se evapora
Una oración por su alma, la recibe Dios (San Agustín)".

Cada uno se presentará ante el tribunal de Dios para darle cuenta de lo que ha hecho, de lo bueno y de lo malo (S. Biblia).

SAN MARTÍN DE PORRES.


(Fiesta: 3 de Noviembre)

En Sudamérica es muy popular San Martín de Porres y hasta se han filmado hermosas películas acerca de su vida y milagros. Es un santo muy simpático y milagroso.

Nació en Lima, Perú, hijo de un blanco español y de una negra africana. Por el color de su piel, su padre no lo quiso reconocer y en la partida de bautismo figura como "de padre desconocido". Su infancia no fue demasiado feliz, pues por ser mulato (mitad blanco y mitad negro, pero más negro que blanco) era despreciado en la sociedad.

Aprendió muy bien los oficios de peluquero y de enfermero, y aprovechaba sus dos profesiones para hacer muchos favores gratuitamente a los más pobres.

A los 15 años pidió ser admitido en la comunidad de Padres Dominicos. Como a los mulatos les tenían mucha desconfianza, fue admitido solamente como "donado", o sea un servicial de la comunidad. Así vivió 9 años, practicando los oficios más humildes y siendo el último de todos.

Al fin fue admitido como hermano religioso en la comunidad y le dieron el oficio de peluquero y de enfermero. Y entonces sí que empezó a hacer obras de caridad a manos llenas. Los frailes se quejaban de que Fray Martín quería hacer del convento un hospital, porque a todo enfermo que encontraba lo socorría y hasta llevaba a algunos más graves y pestilentes a recostarlos en su propia cama cuando no tenía más donde se los recibieran.

Con la ayuda de varios ricos de la ciudad fundó el Asilo de Santa Cruz para reunir a todos los vagos, huérfanos y limosneros y ayudarles a salir de su penosa situación.

Aunque él trataba de ocultarse, sin embargo su fama de santo crecía día por día. Lo consultaban hasta altas personalidades. Muchos enfermos lo primero que pedían cuando se sentían graves era: "Que venga el santo hermano Martín". Y él nunca negaba un favor a quien podía hacerlo. Pasaba la mitad de la noche rezando. A un crucifijo grande que había en su convento iba y le contaba sus penas y sus problemas, y ante el Santísimo Sacramento y arrodillado ante la imagen de la Virgen María pasaba largos tiempos rezando con fervor.

Sin moverse de Lima, fue visto sin embargo en China y en Japón animando a los misioneros que estaban desanimados. Sin que saliera del convento lo veían llegar junto a la cama de ciertos moribundos a consolarlos. A los ratones que invadían la sacristía los invitaba a irse a la huerta y lo seguían en fila muy obedientes. En una misma cacerola hacía comer al mismo tiempo a un gato, un perro y varios ratones. Llegaron los enemigos a su habitación a hacerle daño y él pidió a Dios que lo volviera invisible y los otros no lo vieron.

Cuando oraba con mucha devoción se levantaba por los aires y no veía ni escuchaba a la gente. A veces el mismo virrey que iba a consultarle (siendo Martín tan de pocos estudios) tenía que aguardar un buen rato en la puerta de su habitación, esperando a que terminara su éxtasis. En ocasiones salía del convento a atender a un enfermo grave, y volvía luego a entrar sin tener llave de la puerta y sin que nadie le abriera. Preguntado cómo lo hacía, respondía: "Yo tengo mis modos de entrar y salir".

El Arzobispo se enfermó gravemente y mandó llamar al hermano Martín para que le consiguiera la curación para sus graves dolores. Él le dijo: ¿Cómo se le ocurre a su excelencia invitar a un pobre mulato? Pero luego le colocó la mano sobre el sitio donde sufría los fuertes dolores, rezó con fe, y el arzobispo se mejoró en seguida.

Recogía limosnas en cantidades asombrosas y repartía todo lo que recogía. Miles de menesterosos llegaban a pedirle ayuda.

A los 60 años, después de haber pasado 45 años en la comunidad, mientras le rezaban el Credo y besando un crucifijo, murió el 3 de noviembre de 1639. Toda la ciudad acudió a su entierro y los milagros empezaron a obtenerse a montones por su intercesión.