¿Qué son los valores? ¿Cuántos existen? ¿Quiénes los transmiten? Son preguntas que muchos nos llegamos a hacer, derivadas del mundo al que nos enfrentamos cada día, que dicho sea de paso, es cada vez más complicado; lo que provoca que nuestros valores adquiridos en la familia, la escuela, la iglesia, entre otros, se pongan a prueba.
Uno de los valores que cada vez cobra mayor importancia es la tolerancia. Según Wikipedia, la tolerancia:
(…) es una noción que define el grado de aceptación frente a un elemento contrario a una regla moral, civil o física. Más generalmente, define la capacidad de un individuo de aceptar una cosa con la que no está de acuerdo. Y por extensión moderna, la actitud de un individuo frente a lo que es diferente de sus valores (1).
La tolerancia, como muchos la consideran, no es un valor nuevo, sino que siempre ha existido en el desarrollo moral del ser humano; el problema radica en que no se le había dado la importancia debida.
¿Quiénes son los tolerantes?
Son personas que no discriminan sin importar la causa, son personas que no son indiferentes ante la situación que les rodea, que se comprometen con su entorno y buscan una participación de los individuos, que los respetan y que los ven como sus iguales, como les gustaría ser vistos.
Algunos opinan que el ser tolerante es rechazar el derecho a objetar y permitir que se realicen acciones diversas que afectan a las ideas, culturas, religiones etc. Esto es falso, ya que la tolerancia no quita el derecho (o deber) de opinar, más bien nos otorga el derecho a defender en un ambiente de respeto y equidad.
La tolerancia nos permite, en un ambiente de hostilidad, poder manejar la situación y defender nuestra postura con claridad y fuerza. Por ejemplo, el que mis amigos no apoyen mis creencias “porque ya están pasadas de moda” no me aleja de ellos, mas bien me permite conocer su postura y hacer una correcta defensa de lo que yo creo, y provocar un cambio positivo.
La tolerancia no solamente es convivir con alguien que opina diferente, sino aprender a conocerlo y saber que sus diferencias y las mías nos enriquecerán a ambos; es también mantener un respeto mutuo mediante el entendimiento.
En este planeta todos somos hermanos, vivimos en una sola casa, por ello no podemos evitar la convivencia simplemente porque somos diferentes, o tenemos distinta fe, raza, ideología política, nacionalidad, género, oficio, edad, físico, situación de vida, etc., debemos aprender a vivir y a trabajar por el bien de la humanidad y por las maravillas que nos rodean, así que seamos felices y practiquemos la tolerancia, que lamentablemente, sigue siendo un valor olvidado.
Algunos opinan que el ser tolerante es rechazar el derecho a objetar y permitir que se realicen acciones diversas que afectan a las ideas, culturas, religiones etc. Esto es falso, ya que la tolerancia no quita el derecho (o deber) de opinar, más bien nos otorga el derecho a defender en un ambiente de respeto y equidad.
La tolerancia nos permite, en un ambiente de hostilidad, poder manejar la situación y defender nuestra postura con claridad y fuerza. Por ejemplo, el que mis amigos no apoyen mis creencias “porque ya están pasadas de moda” no me aleja de ellos, mas bien me permite conocer su postura y hacer una correcta defensa de lo que yo creo, y provocar un cambio positivo.
La tolerancia no solamente es convivir con alguien que opina diferente, sino aprender a conocerlo y saber que sus diferencias y las mías nos enriquecerán a ambos; es también mantener un respeto mutuo mediante el entendimiento.
En este planeta todos somos hermanos, vivimos en una sola casa, por ello no podemos evitar la convivencia simplemente porque somos diferentes, o tenemos distinta fe, raza, ideología política, nacionalidad, género, oficio, edad, físico, situación de vida, etc., debemos aprender a vivir y a trabajar por el bien de la humanidad y por las maravillas que nos rodean, así que seamos felices y practiquemos la tolerancia, que lamentablemente, sigue siendo un valor olvidado.
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