septiembre 15, 2008

MÉXICO


México es un país de contrastes, encontrados en su variedad de climas, flora y fauna, culturas; es un país rico en personalidades, en formas de ser, en costumbres y tradiciones; pero si por algo es conocido y recordado nuestro país en el mundo es por su colorido, por su ancestral historia y por la calidad de su gente, por esa capacidad de hacer fiesta por la vida, por la muerte, por su historia y sus fechas significativas.

Nuestra cultura es resultado de los procesos históricos que han implicado relaciones de poder, intercambios con otras culturas y asimilación de éstos que han forjado una identidad nacional fascinante. Sobre este tema, quiero citar a uno de los grandes de la cultura mexicana, a José Vasconcelos, quien dijo que México era una suerte de "crisol" en el que confluían todas las razas. A la construcción de la cultura y de la historia del país habían contribuido lo mismo los europeos que los indígenas, los africanos que los asiáticos. Por lo tanto, los mexicanos por definición eran mestizos, culturalmente, eran la raza cósmica, aquella en que se conjuntaban lo mejor de todos los pueblos del orbe.

México también es rico en su folclor, en esos trajes de charro, o las chinas poblanas, típicas de estas tierras; en su música con el mariachi tocando el ya famoso jarabe tapatío, los sones jarochos, los sonidos de la Huasteca, o las marimbas que tanto alegran una buena comida, que, dicho sea de paso, en México tenemos para deleitar el paladar de la humanidad, como por ejemplo el ya famoso mundialmente mole poblano, los chiles en nogada, las chalupas, los tamales, las enchiladas, el pozole, las flautas, los huaraches y un sinfín de antojitos mexicanos. Al igual que la variedad de dulces que tenemos a ofrecer: camotes, pepitas, jamoncillos, chongos, ates, natillas entre otros que son tan ricos.

Quien de nosotros en algún momento de nuestra educación nos han puesto a bailar algo típico de México, como la danza de los viejitos, la del venado, alguna polca del norte, o algún baile sureño, como los de la Guelaguetza.

Y cómo olvidar que México es un país sumamente guadalupano, cómo no mencionar ese gran amor mutuo de una Madre y sus hijos, una Madre que es mestiza, que se quedó en estas tierras para cuidar personalmente a sus hijos e hijas, a compartir con ellos sus desgracias, pero también sus alegrías. Y cómo estos hijos responden a la Madre, la veneran, acuden a su Casita del Cerro a ofrecerle lo que pueden: algunos flores bellísimas, otros flores sencillas, algunos más veladoras, otros en cambio sólo le ofrecen su corazón, su esfuerzo y su cansancio por las grandes caminatas que realizan para el encuentro. Es parte también de nuestra cultura, pero también de nuestros valores, el que en cada casa, negocio, taller y otros lugares exista un retablo, aunque sea pequeño y humilde, dedicado a la Nuestra Señora. Esto también es México, porque ella forjó a esta patria, a este suelo; no por nada el cura Hidalgo la eligió como estandarte de la causa que gestaría a un nuevo país.

En fin, México es rico en cultura y en valores, como el de la solidaridad, la religiosidad y la fraternidad familiar. Preguntando a un buen amigo mío que actualmente reside en Perú qué extrañaba de México, me comentó que allá sentía nostalgia por la comida mexicana, unas tortillas calientes, y disfrutar a su familia, salir con sus amigos, el estar con todos ellos.

Cuando se vive en México no nos agrada, pero cuando estamos lejos se extraña, hasta en lo más sencillo; por ello, debemos amar lo que es nuestro, amar esta tierra y todo lo que nos da, no debemos perder nuestros valores y menospreciar a este país que en su autenticidad es bellísimo. Nuestra bandera ganó como la más bonita del mundo, ahora busquemos que nuestro país gane como el más bonito y eso depende de ti, de mi y de todos, hagamos más grande a este país.

Comentarios: paroledicoraggio@gmail.com

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