agosto 11, 2008

"DÉCIMAS A DIOS" DE PITA AMOR (SEGUNDA PARTE)


No creo en ti, pero te adoro.
¡Qué torpeza estoy diciendo!
Tal vez te estoy presintiendo
y por soberbia te ignoro.
Cuando débil soy, te imploro;
pero si me siento fuerte,
yo soy quien hace la suerte
y quien construye la vida.
¡Pobre de mí, estoy perdida,
también inventé mi muerte!

Es la soberbia, Dios mío,
la que me está haciendo hablar.
¿Por qué insisto en descifrar
el ser, la luz, lo sombrío?
Si sólo existe el vacío,
no es a mí a quien me toca
volver mi cabeza loca
tratando de entender todo.
Este orgullo de mi lodo
sólo con fe se sofoca.

Fácil es creer en ti
y vivir de tu clemencia,
sin desentrañar tu esencia
y gozando lo de aquí.
Yo por desgracia nací
sentenciada a investigar,
a atormentarme, a pensar
y a no aceptar el misterio;
pero a mi humano criterio
le está vedado volar.

No al que me enseñaron, no.
Al eterno inalcanzable,
al oculto inevitable,
al lejano, busco yo.
Al que mi ser inventó,
mi ser lleno de pasiones,
de turbias complicaciones
y rotunda vanidad.
Ser que busca la verdad
y sólo halla negaciones.

Hablo de Dios, como el ciego
que hablase de los colores,
e incurro en graves errores
cuando a definirlo llego.
De mi soberbia reniego,
porque tengo que aceptar
que no sabiendo mirar
es imposible entender.
¡Soy ciega y no puedo ver,
y quiero a Dios abarcar!...

Dios será la salvación,
pero es difícil hallarlo
porque no basta heredarlo
y pedirle comprensión.
Hay que abrirse el corazón
y las entrañas rasgarse,
y ya desangrada, darse,
olvidándose de todo.
Hay que buscarlo de modo
que Dios tenga que entregarse.

Más que nunca te deseo,
y es cuando estás más lejano,
hoy que me consumo en vano
porque ni en la nada creo.
Soledad sola poseo:
opaca, hueca, infinita.
Ni mi sombra me visita,
pues ella salió a buscarte,
y como no pudo hallarte,
volverse conmigo evita.

No tengo nada de ti,
ni tu sombra, ni tu eco;
sólo un invisible hueco
de angustia dentro de mí.
A veces siento que allí
es donde está tu presencia,
porque la extraña insistencia
de no quererte mostrar,
es lo que me hace pensar
que sólo existe tu ausencia.

Oculto, ausente, baldío,
hermético, inalterable,
asfixiante, invulnerable,
absorbente, extraño y frío;
así te siento, Dios mío,
cuando sola y angustiada
me consumo alucinada
por lograr mi plenitud,
rompiendo esta esclavitud
a la que estoy condenada.

Dime, ¿qué es lo que pretendes
con tu silencio y tu ausencia?
¿En dónde está tu clemencia,
si te imploro y no desciendes?
Me creas de lodo inmundo,
luego en más fango me hundo,
y soy, entonces, culpable.
Dios eterno, inexplicable,
¡qué misterioso es tu mundo!

Aquí les dejo la segunda parte de estas "Décimas a Dios" de Pita Amor

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