marzo 16, 2008

VIVIR CENTRADOS EN CRISTO: ÁLVARO CORCUERA


Hoy es Domingo de Ramos, y leí un mail que llegó a mi correo, es una copia de la carta que el Padre Álvaro Corcuera L.C. dirigió a los Legionarios de Cristo y al Regnum Christi. La carta ya tiene tiempo, fue escrita con motivo del primer mes del fallecimiemto del Padre Maciel. Me parece una carta interesante y en esta entrada reproduzco algunas ideas que me gustaron y que podemos aplicar en nuestra vida, más en esta Semana Santa 2008. Al final anexé una oración que me agradó; además viene en esa carta.

He aquí los fragmentos:


[...] Más en particular, sentimos la necesidad de agradecer a Dios que nos haya regalado este espíritu tan hermoso, que nos hace percibir un poco, ya desde ahora, lo que será la felicidad del cielo: el espíritu de caridad que nos une en una familia. Esta caridad debe ser siempre nuestro distintivo y nuestra fuerza y la razón de toda nuestra acción apostólica. Es el único sello de autenticidad del cristiano. Queremos que se pueda decir de nosotros lo que decían de los primeros cristianos: «mirad cómo se aman» (Tertuliano, Apología contra Gentiles, Cap. 39). Sabemos, como nos dice san Pablo, que «la caridad no pasa nunca» (1 Cor 13, 8). El bien une; el mal divide, crea tristeza personal y transmite vaciedad y oscuridad. Dios es Luz, porque es Amor, y donde está Él todo se ve con ojos diferentes. Dios siempre nos llevará a la caridad: solamente donde hay caridad y unión, ahí está Dios. Lo demás no cuenta. El que ama, no teme ni se equivoca. El mejor agradecimiento que podemos ofrecerle a Dios es, sin duda, la unión, el espíritu de cuerpo, la caridad. ¿De qué servirían las obras de apostolado, los proyectos, el crecimiento, los centros educativos y las obras de cualquier tipo, si no son por amor a Dios y a nuestros hermanos? ¡Todo sería vano! Hemos de ser apóstoles del evangelio, mártires de la caridad: «Esto os mando, que os améis los unos a los otros como yo os he amado» (Jn 15, 12).


[...] Dentro de poco entraremos en la Semana Santa. ¿Qué podemos hacer, en el contexto particular que estamos viviendo, para disponernos a participar en la pasión y muerte de Jesucristo? Yo creo que en esta cuaresma tenemos que seguir esforzándonos por poner en práctica las grandes consignas que nos da la Iglesia para este período: la oración, el sacrificio y la caridad. Las tres, pero quizás, si se pudiera destacar una en especial, podríamos fijarnos sobre todo en la práctica de la caridad, esencia del mensaje evangélico y de nuestra espiritualidad, pues es allí en lo que más podemos asemejarnos a Jesucristo.
Decía el Papa en su mensaje para la cuaresma de este año: «Siguiendo sus enseñanzas [de Jesús] podemos aprender a hacer de nuestra vida un don total; imitándolo estaremos dispuestos a dar, no tanto algo de lo que poseemos, sino a darnos a nosotros mismos» (n. 5).
Darnos, como Cristo, sin reservarnos nada. «El testimonio de los santos demuestra que en la cruz de Cristo, en el amor que se entrega, renunciando a la posesión de sí mismo, se encuentra la profunda serenidad que es manantial de entrega generosa a los hermanos» (Benedicto XVI, audiencia del miércoles de ceniza, 6 de febrero de 2008). Para ello, necesitamos practicar la humildad, como decía el Papa en su última audiencia, comentando el camino de conversión de San Agustín: «Es un camino que hay que recorrer con valentía y al mismo tiempo con humildad, abiertos a una purificación permanente, algo que cada uno de nosotros siempre necesita. [...]


[...] Hasta el final necesitamos esta humildad que reconoce que somos pecadores en camino, hasta que el Señor nos da la mano definitivamente y nos introduce en la vida eterna. San Agustín murió con esta última actitud de humildad, vivida día tras día».


María Santísima, Madre de la Iglesia y Madre nuestra, te suplicamos que intercedas por nosotros, que no nos dejes solos. Tu eres nuestra Madre y contigo, bajo tu protección, todo está arreglado. Queremos que nos enseñes a tener esperanza, tú que eres madre de esperanza, y que podamos comprometer para siempre nuestra vida con el fin de que la Legión y el Movimiento sean lo que tienen que ser para realizar la voluntad de Dios en nuestras vidas y entregarnos sin reservas en el servicio de los hombres, nuestros hermanos. María, cuida nuestra vocación.
Puedes leer la carta en formato pdf en el siguiente enlace: http://legrc.org/regnum_db/archivosWord_db/ac080301_vivir_centrados_en_cristo.pdf

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