diciembre 06, 2007

LA INMACULADA CONCEPCIÓN DE MARÍA.


La Inmaculada Concepción de María es el dogma de fe que declara que por una gracia singular de Dios, María fue preservada de todo pecado, desde su concepción.

La Concepción: Es el momento en el cual Dios crea el alma y la infunde en la materia orgánica procedente de los padres. La concepción es el momento en que comienza la vida humana.

El 8 de diciembre de 1854 el Sumo Pontífice, Pío Nono, después de recibir peticiones de todos los obispos y Universidades Católicas de todo el mundo para que lo hiciera, se reunió en la iglesia más grande y más bella del mundo, la Basílica de San Pedro en Roma, con más de 200 prelados, cardenales, arzobispos, obispos, embajadores y miles y miles de fieles católicos, y en medio de la emoción general declaró solemnemente en su bula Ineffabilis Deus.


"...declaramos, proclamamos y definimos que la doctrina que sostiene que la beatísima Virgen María fue preservada inmune de toda mancha de la culpa original en el primer instante de su concepción por singular gracia y privilegio de Dios omnipotente, en atención a los méritos de Cristo Jesús Salvador del género humano, está revelada por Dios y debe ser por tanto firme y constantemente creída por todos los fieles..."(Pío IX, Bula Ineffabilis Deus, 8 de diciembre de 1854)

Se hizo esta declaración en presencia de 200 prelados, cardenales, arzobispos, obispos, embajadores y miles y miles de fieles católicos, y en medio de la emoción general las campanas de las 300 torres de Roma se echaron a vuelo. Palomas mensajeras salieron en todas las direcciones llevando la gran noticia, y en los 400,000 templos católicos del mundo se celebraron grandes fiestas en honor de la Inmaculada Concepción de la Virgen María.

Unas monjitas le preguntaron al gran Pontífice Pío Nono: "Santo Padre: ¿qué sintió Su Santidad en el momento en que proclamó el Dogma de la Inmaculada Concepción el 8 de diciembre de 1854? Porque le veíamos como transformado y con el rostro iluminado".

Y el Santo Pontífice respondió:

"En el momento en que declaré que la doctrina que enseña que la Virgen María fue concebida sin pecado original, es un dogma de fe, sentí un conocimiento tan claro y tan grande de la incomparable pureza de la Virgen María que nadie podría describir; mi alma quedó llena de alegrías nunca sentidas. Reunid todas las grandes alegrías de vuestra vida: las del día de la Primera Comunión, las del día de Toma de Hábito y del día de la Profesión, las de Bodas de Plata, etc., etc., y tendréis una pequeña idea de lo que mi alma sintió en aquella fecha memorable".

Hace muchos siglos en una gran reunión de sabios, el doctor más famoso de ese tiempo, Dun Scotto, probó que María sí es Inmaculada, o sea sin mancha del pecado original.

Lo probó con este famoso argumento:

1º. ¿A Dios le convenía que su Madre naciera sin mancha del pecado original? Todos respondieron: Sí, a Dios le convenía que su Madre naciera sin ninguna mancha. Esto es lo más honroso, para Él.

2º. ¿Dios podía hacer que su Madre naciera sin mancha de pecado original? Todos respondieron: Sí, Dios lo puede todo, y por tanto podía hacer que su Madre naciera sin mancha: Inmaculada.

3º. ¿Lo que a Dios le conviene hacer lo hace? ¿O no lo hace? Todos respondieron: Lo que a Dios le conviene hacer, lo que Dios ve que es mejor hacerlo, lo hace.

Entonces Scotto exclamó:

Luego 1º. Para Dios era mejor que su Madre fuera Inmaculada: o sea sin mancha del pecado original.
2º. Dios podía hacer que su Madre naciera Inmaculada: sin mancha: 3º. Por lo tanto: Dios hizo que María naciera sin mancha del pecado original. Porque Dios cuando sabe que algo es mejor hacerlo, lo hace.

Todos aplaudieron y aceptaron esta verdad.

Dicen que este argumento o prueba se le ocurrió al sabio Scotto, al pasar por frente de una estatua de la Virgen y decirle: "Oh Virgen Sacrosanta dadme las palabras propias para hablar bien de Ti"(dignare me laudare te: Virgo Sacrata).

En torno a las ideas de Escoto se suscitó una gran controversia. Después de que el Papa Sixto IV aprobara, en 1477, la misa de la Concepción, esa doctrina fue cada vez más aceptada en las escuelas teológicas. El Papa Sixto IV, en 1483, casi 4 siglos antes del dogma, había extendido la fiesta de la Concepción Inmaculada de María a toda la Iglesia de Occidente.

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