septiembre 23, 2007

JUAN PABLO I: EL PAPA QUE SONREÍA.





En este año conmemoraremos 29 años de grandes eventos en la Iglesia. Veintinueve años de dos cónclaves, de la partida a la Casa del Padre de 2 papas, Pablo VI el 6 de Agosto y Juan Pablo I el 28 de Septiembre, y además de la elección como pontífice de Juan Pablo II el 16 de Octubre.

En esta ocasión deseo hablar del que fue bien llamado “el Papa de la Sonrisa”. Su nombre de pila era Albino Luciani, nació el 17 de Octubre de 1912 en Forno di Canale, actualmente Canale d'Argordo, Italia. Ingresó al Seminario Menor de Feltre, en 1923, en 1935 fue ordenado diácono y sacerdote. En 1937 tomó el cargo de vicerrector del Seminario Gregoriano en Belluno, y diez años después recibió el Doctorado en Teología y fue nombrado Obispo. En 1958 elegido por el Beato Juan XXIII obispo de Vittorio-Veneto y en 1969 Patriarca de Venecia por Pablo VI. Tres años más tarde ocupó el cargo de Vicepresidente de la Conferencia Episcopal de Italia y en 1973 recibió el nombramiento de Cardenal.

El 26 de Agosto de 1978, durante el segundo día del cónclave, fue elegido papa, tomando el nombre de Juan Pablo I, un día después durante su primer Ángelus explicaría al mundo por qué eligió este nombre “el Papa Juan quiso consagrarme él personalmente aquí, en la Basílica de San Pedro. Después, aunque indignamente, en Venecia le he sucedido en la cátedra de San Marcos, en esa Venecia que todavía está completamente llena del Papa Juan. Lo recuerdan los gondoleros, las religiosas, todos. Pero el Papa Pablo, no sólo me ha hecho cardenal, sino que algunos meses antes, sobre la pasarela de la plaza de San Marcos, me hizo poner completamente colorado ante veinte mil personas, porque se quitó la estola y me la puso sobre los hombros. ¡Jamás me he puesto tan rojo! Por otra parte, en quince años de pontificado, este Papa ha demostrado, no sólo a mí, sino a todo el mundo, cómo se ama, cómo se sirve y cómo se trabaja y se sufre por la Iglesia de Cristo. Por estas razones dije: «Me llamaré Juan Pablo»”.

El 3 de Septiembre inició formalmente su pontificado, y el 28 del mismo mes dejó este mundo y esta nueva tarea que le había asignado el Señor. Pero a pesar de este breve pontificado, logró dejar su huella en la historia de la Iglesia: su sonrisa bastante juvenil.

Creo que con esa sonrisa el Papa Luciani no olvidaba sus años de juventud, cuando era estudiante. Siempre le gustaba tratar con jóvenes, ayudarlos. En su querida Venecia (de la cual han salido varios cardenales que se han convertido en papas) fundó varias agrupaciones juveniles, buscaba hacer recomendaciones, como a los estudiantes de los cuales ya se han hablado en esta página. Siempre les daba sus ya famosas palabras de coraggio (coraje, valentía) para que tuvieran esa motivación necesaria para realizar satisfactoriamente sus labores, no importando a lo que se dedicaban, si eran estudiantes o trabajadores; no creía que en los jóvenes hubiera perdición como muchos lo pensaban, sino que había en ellos una gran necesidad de Dios y que se tenía que hacer algo para dar esa esperanza que el mundo necesitaba.

Siempre los jóvenes estaban en sus pensamientos y oraciones, había preocupación por ellos, como lo demostró el 20 de Septiembre de 1978 en el aula de las audiencias en el Vaticano, contó sobre una entrevista que tuvo con un sacerdote joven en Venecia, este pastor se dedicaba a cuidar y ayudar a los jóvenes que caían en drogadicción y otros vicios, pero había acudido al Patriarca de Venecia (Luciani) para que le ayudara ya que estaba solo. El Papa, todavía Patriarca le dijo: “Querido don Gianni, trataré de ayudarlos”. Y añadió durante la audiencia, tiempo después de esta entrevista: “no he podido mantener la promesa porque me han hecho Papa. Pero lo que no pude hacer en Venecia, lo hago ahora aquí ante los participantes de este Congreso (Congreso Internacional de Comunidades Terapeuticas, que estaban en la audiencia) que abarca un poco a todo el mundo. Hay que sostener, entender estar cerca de esta gente que se sacrifica, sobre todo, por los jóvenes”.

Las situaciones que vivió Luciani no han cambiado mucho, quizá algunas se han complicado más, y es por ello que el este pontífice nos puede traer bastantes enseñanzas a nuestra actualidad, como el simple hecho de sonreír, que es algo que muchos no hacemos; dicen que la sonrisa es el lenguaje del alma, y es por ello que debemos dejar salir este lenguaje, no ocultarlo, siempre y cuando no sea para burlarse de alguien; hay que disfrutar de cada momento, mostrar a quienes nos rodean que no todo en el mundo es tristeza, que existe la alegría y que cada uno de nosotros la hace, como afirmaban las personas que convivieron con este querido Papa, ya que sentían una especie de tranquilidad, y es algo que a mi me transmite, aunque no fue de mi época, pero el oírle o verle en imágenes hace que me atreva a disfrutar de la vida, como lo hizo él, valorar cada instante que Dios me da, buscar siempre que los demás compartan esa alegría. No busco ser un nuevo Albino Luciani, ni siquiera debo atreverme, pero se bien que debo seguir su ejemplo.

Es lamentable que poca gente sepa algo sobre este Papa, pero existen muchas fuentes en la actualidad para informarse. En 2003 se abrió su Causa de Canonización, espero que pronto podamos verle en los altares aunque bien sé que él nos bendice desde la Casa del Padre con una gran sonrisa.

2 comentarios:

Abraham Siloé R. dijo...

La risa es un exorcismo, es decir, aleja al mal, a los demonios interiores.

Abraham Siloé R. dijo...

Hola !

Oye te dejé un comentario en la página de reporteros, en al artículo que publicaste.